Sevillismo en Madrid: Turín on Tour
Y llegó el día, el primer desplazamiento Champions de la peña. Éramos 7 los privilegiados, 6 peñistas de Sevillismo en Madrid, más un colega de Ángel llegado desde Sevilla para la ocasión.
Nos reunimos en el aeropuerto tempranito, luciendo nuestras camisetas de Turín On Tour, donde nos hicimos la foto de rigor, y embarcamos sin mayores inconvenientes.
Nos reunimos en el aeropuerto tempranito, luciendo nuestras camisetas de Turín On Tour, donde nos hicimos la foto de rigor, y embarcamos sin mayores inconvenientes.
Después de dos horitas de vuelo, llegamos a Bérgamo, con buena temperatura, donde cogimos un bus dirección Milán, que nos habíamos agenciado en Barajas, y que nos dejaba del tirón en la estación Central de Milán, nuestro siguiente destino rumbo a Turín.
Tuvimos más suerte que otras peñas, con los que coincidimos en el avión, y que según nos contaron después, su autobús pinchó, cómo unas horas más tarde, pincharía nuestro equipo.
En Milán tuvimos que pagar 30 pavos por cabeza para poder llegar a Turín a una hora razonable para soltar las cosas en el hostal y buscar un sitio donde comer y, sobre todo, beber.
Es curioso cómo en Turín, hay más aficionados del Torino que de la Juve, cosa que pudimos comprobar de primera mano, por los ánimos que nos daban por la calle, la gente que nos íbamos encontrando.
Al llegar al hostal, hicimos el reparto de habitaciones:
- Roncadores Room (Sr. Isidoro y el Sr. de Rojo)
- Sir de Triana y David, más dos maromos desconocidos
- Ángel, Nico y Anelia, más una mochila cuyo dueño conoceríamos más tarde
Tras advertirnos que no la liáramos o si no iríamos a la calle, encontramos un Kebab-Pizza donde nos jalamos unas pizzas y unas birras, que nos traía una china de otra tienda, y que nos supo a gloria, teniendo en cuenta que eran ya las 4 de la tarde.
Tuvimos más suerte que otras peñas, con los que coincidimos en el avión, y que según nos contaron después, su autobús pinchó, cómo unas horas más tarde, pincharía nuestro equipo.
En Milán tuvimos que pagar 30 pavos por cabeza para poder llegar a Turín a una hora razonable para soltar las cosas en el hostal y buscar un sitio donde comer y, sobre todo, beber.
Es curioso cómo en Turín, hay más aficionados del Torino que de la Juve, cosa que pudimos comprobar de primera mano, por los ánimos que nos daban por la calle, la gente que nos íbamos encontrando.
Al llegar al hostal, hicimos el reparto de habitaciones:
- Roncadores Room (Sr. Isidoro y el Sr. de Rojo)
- Sir de Triana y David, más dos maromos desconocidos
- Ángel, Nico y Anelia, más una mochila cuyo dueño conoceríamos más tarde
Tras advertirnos que no la liáramos o si no iríamos a la calle, encontramos un Kebab-Pizza donde nos jalamos unas pizzas y unas birras, que nos traía una china de otra tienda, y que nos supo a gloria, teniendo en cuenta que eran ya las 4 de la tarde.
Fue entonces cuando empezó la búsqueda de hielo, el bien más preciado de todo Turín. Algo imposible de encontrar, y que para poder bebernos el ron y el whisky que habíamos comprado, tuvimos que mendigar en cada bar que encontramos por el camino.
Al final solo pudimos conseguir llenar algunos vasos con hielo, por lo que terminamos por renunciar al lote, y tiramos las botellas, salvo la de Whisky, que serviría como combustible a uno de nuestros peñistas, así a pelo, sin hielo y a morro.
Para llegar al estadio, tuvimos que coger dos tranvías, muy bien de precio por cierto (nos colamos en los dos) siguiendo las indicaciones de una tal Laura, una chavalita que iba acompañada de dos españoles que en teoría iban al estadio también.
Al pensar con la cabeza equivocada, es decir, la de abajo, nos equivocamos de parada, y nos bajamos una parada antes de la adecuada. Gran error. En lugar de llegar al estadio por la zona de visitantes, aparecimos por la “Espumosa” de ellos, osea, por la zona donde estaban los ultras. Y nosotros con nuestras camisetas y bufandas del Sevilla, e incluso con una bandera de España, obra y gracia del gran Sir de Triana. Con dos cojones.
Pasar al lado de esta gente, no podía traer nada bueno. Hubo un nota que se nos cruzó en medio y dio alguna zancadilla a Isi, y también hubo miradas hostiles que llegaban por donde íbamos pasando.
Hasta que pasamos al lado de unas tías, que empezaron a insultarnos y a perseguirnos, intentando quitarnos banderas y bufandas. Tuvimos que aligerar el paso y aguantar el chaparrón, por no entrar en conflicto, con todas las de perder, obviamente.
Por suerte, éste fue el único incidente que tuvimos con los hinchas de la Juve, ya que cuando llegamos a la puerta de acceso de visitantes, todo fue buen rollo con ellos, risas, fotos, intercambio de bufandas y demás. Además de nuestro momento estelar televisivo, claro está.
Aquí estuvimos hasta que llegaron los Biris y ya entramos en el campo, pasando varios filtros de seguridad y cacheo. Estadio espectacular, con impresionante acústica, y muy bonito. No vendían alcohol, eso sí.
Al final solo pudimos conseguir llenar algunos vasos con hielo, por lo que terminamos por renunciar al lote, y tiramos las botellas, salvo la de Whisky, que serviría como combustible a uno de nuestros peñistas, así a pelo, sin hielo y a morro.
Para llegar al estadio, tuvimos que coger dos tranvías, muy bien de precio por cierto (nos colamos en los dos) siguiendo las indicaciones de una tal Laura, una chavalita que iba acompañada de dos españoles que en teoría iban al estadio también.
Al pensar con la cabeza equivocada, es decir, la de abajo, nos equivocamos de parada, y nos bajamos una parada antes de la adecuada. Gran error. En lugar de llegar al estadio por la zona de visitantes, aparecimos por la “Espumosa” de ellos, osea, por la zona donde estaban los ultras. Y nosotros con nuestras camisetas y bufandas del Sevilla, e incluso con una bandera de España, obra y gracia del gran Sir de Triana. Con dos cojones.
Pasar al lado de esta gente, no podía traer nada bueno. Hubo un nota que se nos cruzó en medio y dio alguna zancadilla a Isi, y también hubo miradas hostiles que llegaban por donde íbamos pasando.
Hasta que pasamos al lado de unas tías, que empezaron a insultarnos y a perseguirnos, intentando quitarnos banderas y bufandas. Tuvimos que aligerar el paso y aguantar el chaparrón, por no entrar en conflicto, con todas las de perder, obviamente.
Por suerte, éste fue el único incidente que tuvimos con los hinchas de la Juve, ya que cuando llegamos a la puerta de acceso de visitantes, todo fue buen rollo con ellos, risas, fotos, intercambio de bufandas y demás. Además de nuestro momento estelar televisivo, claro está.
Aquí estuvimos hasta que llegaron los Biris y ya entramos en el campo, pasando varios filtros de seguridad y cacheo. Estadio espectacular, con impresionante acústica, y muy bonito. No vendían alcohol, eso sí.
Del partido poco que decir. No jugamos mal, de hecho, tuvimos bastante posesión, trenzamos buenas jugadas combinativas, pero no llegamos con peligro al área contraria, y sin tirar a puerta, es imposible marcar. Ellos tuvieron varias ocasiones y enchufaron dos, y gracias.
En la grada hubo alguna discusión por la ubicación de nuestra pancarta,
pero nada importante. Animamos, cantamos y empujamos lo que pudimos, pero no pudo ser 2-0 y se acabó
Acabado el partido, nuestra preocupación era el cómo volver al hostal, para ducharnos y salir a conocer la noche Turinesa. Con los antecedentes de la ida, decidimos coger dos taxis, pero al llegar abajo del estadio, anunciaron autobuses lanzadera directos a Porta Nuova, justo donde teníamos el hostal.
Y así fue cómo volvimos, en un bus lleno hasta arriba de sevillistas, cantando, botando, y probando la dureza de los materiales de paredes y ventanas, todo ello aderezado con escolta policial hasta el destino. Vamos, un triunfo.
Tras ducharnos y cambiarnos de ropa, conocimos al inquilino cuyo equipaje ya habíamos visto en la habitación de Ángel, Nico y Anelia, y que resultó ser un chino con la camiseta de la Juve. La carita del nota al vernos allí con las bufandas y tatuajes del Sevilla, fue todo un poema.
Después de mucho planear e investigar garitos Erasmus para darlo todo por la noche, finalmente solo estuvimos en el mismo pub, ya que se nos hizo tarde para ir a otro lado. Mientras cenamos y tomamos cervezas y copas, dejamos volar nuestra imaginación en mil y una maneras de putear al Chino Kudeiro de la Juve, cosa que al final se hizo de manera improvisada al llegar a la habitación, donde Sir de Triana, le colocó un ventilador justo al lado de la cara mientras dormía, provocándonos ataques de risa a los allí presentes. Eso sí, el chino ni se inmutó. Tendría calor el chavalito.
No sabemos si el chino nos denunció, pero el caso es que a la mañana siguiente nos llevamos una buena reprimenda de parte del recepcionista por el ruido causado durante la noche.
Así terminaba nuestra estancia en Turín, viajando en tren a Milán para aprovechar el día antes de partir hacia el aeropuerto.
En Milán dejamos las maletas en consigna y buscamos un sitio donde comer. Nos jalamos unas pizzas y unos calzones muy muy buenos, y aprovechamos para ir a ver la impresionante Catedral, el Duomo, donde nos hicimos las fotitos de rigor, hicimos algunas compritas para la familia, no en las galerías comerciales, con bolsos de Louis Vuiton de 3000€, si no en los puestos de souvenirs.
Cómo colofón, al llegar al aeropuerto de Bérgamo, nuestro querido vicepresidente casi cumple su amenaza de quedarse a vivir allí, puesto que ya en la cola, se dio cuenta de que había tirado el billete de vuelta pensando que era el de ida, por lo que tuvo que buscar con urgencia un enchufe donde cargar el móvil para poder descargar de nuevo su billete.
En definitiva, fue un gran viaje, con mil risas, buena pasta, donde nos trataron muy bien, y que pese al resultado futbolístico, pasará a la historia como el primer desplazamiento Champions de la peña Sevillismo en Madrid.
En la grada hubo alguna discusión por la ubicación de nuestra pancarta,
pero nada importante. Animamos, cantamos y empujamos lo que pudimos, pero no pudo ser 2-0 y se acabó
Acabado el partido, nuestra preocupación era el cómo volver al hostal, para ducharnos y salir a conocer la noche Turinesa. Con los antecedentes de la ida, decidimos coger dos taxis, pero al llegar abajo del estadio, anunciaron autobuses lanzadera directos a Porta Nuova, justo donde teníamos el hostal.
Y así fue cómo volvimos, en un bus lleno hasta arriba de sevillistas, cantando, botando, y probando la dureza de los materiales de paredes y ventanas, todo ello aderezado con escolta policial hasta el destino. Vamos, un triunfo.
Tras ducharnos y cambiarnos de ropa, conocimos al inquilino cuyo equipaje ya habíamos visto en la habitación de Ángel, Nico y Anelia, y que resultó ser un chino con la camiseta de la Juve. La carita del nota al vernos allí con las bufandas y tatuajes del Sevilla, fue todo un poema.
Después de mucho planear e investigar garitos Erasmus para darlo todo por la noche, finalmente solo estuvimos en el mismo pub, ya que se nos hizo tarde para ir a otro lado. Mientras cenamos y tomamos cervezas y copas, dejamos volar nuestra imaginación en mil y una maneras de putear al Chino Kudeiro de la Juve, cosa que al final se hizo de manera improvisada al llegar a la habitación, donde Sir de Triana, le colocó un ventilador justo al lado de la cara mientras dormía, provocándonos ataques de risa a los allí presentes. Eso sí, el chino ni se inmutó. Tendría calor el chavalito.
No sabemos si el chino nos denunció, pero el caso es que a la mañana siguiente nos llevamos una buena reprimenda de parte del recepcionista por el ruido causado durante la noche.
Así terminaba nuestra estancia en Turín, viajando en tren a Milán para aprovechar el día antes de partir hacia el aeropuerto.
En Milán dejamos las maletas en consigna y buscamos un sitio donde comer. Nos jalamos unas pizzas y unos calzones muy muy buenos, y aprovechamos para ir a ver la impresionante Catedral, el Duomo, donde nos hicimos las fotitos de rigor, hicimos algunas compritas para la familia, no en las galerías comerciales, con bolsos de Louis Vuiton de 3000€, si no en los puestos de souvenirs.
Cómo colofón, al llegar al aeropuerto de Bérgamo, nuestro querido vicepresidente casi cumple su amenaza de quedarse a vivir allí, puesto que ya en la cola, se dio cuenta de que había tirado el billete de vuelta pensando que era el de ida, por lo que tuvo que buscar con urgencia un enchufe donde cargar el móvil para poder descargar de nuevo su billete.
En definitiva, fue un gran viaje, con mil risas, buena pasta, donde nos trataron muy bien, y que pese al resultado futbolístico, pasará a la historia como el primer desplazamiento Champions de la peña Sevillismo en Madrid.
PD: Viva Google Maps que nos salvó la vida
Ángel González