¡¡EL VERDADERO FÚTBOL SE VIVE HERMANADO!!
El azar quiso que el día de "Noche de Brujas".... el día 31 de octubre..... el terrorífico día de Halloween, se convirtiese en el día del primer desplazamiento masivo de la peña "Sevillismo en Madrid". Una increíble jornada que todos recordaremos más que nada porque dos aficiones, dos peñas, dos maravillosos grupos humanos se hermanaron por sentimientos hacia unos colores distintos, pero a la vez unidos por ese deporte llamado fútbol. De no existir este bendito deporte, jamás hubiese sido posible haber conocido a muchas personas y haber disfrutado de los momentos vividos durante este desplazamiento.
Todo comenzaba en Atocha, frente al Ministerio de Agricultura. Allí nos esperaba un autocar que más tarde se llenaría de sentimiento y pasión. Sobre las 7:25 de la mañana aparecían los hermanos Martínez acompañados por una gran persona, su cuñado Jose, al que el fútbol en su vida está en un plano menos importante. Tras el desplazamiento, vio lo grande que puede llegar a ser tal deporte. No fueron ellos los últimos en llegar al punto de partida, fue Raúl quien ganaría el premio a la no puntualidad, seguramente víctima del nerviosismo por tan grande cita.
Antes de partir, y mientras esperábamos a nuestro compañero rezagado, amenizamos el tiempo haciendo “selfies” a mano de Isi (un maestro en este tipo de ceremonias). Él abrió la veda de esa galería a la que el resto de socios nos unimos. Una galería que quedara para la posterioridad y con la cual podremos deleitar nuestras retinas y las de aquellos que por diversos temas no pudieron acompañarnos en esta aventura mediterránea. Como no podía ser de otro modo, no podían faltar los comentarios y anécdotas del gran artista "Sir de Triana": Paquito. Grande por muchas cosas y artista porque tiene ese don de hacerte reír antes de empezar a hablar.
Todo comenzaba en Atocha, frente al Ministerio de Agricultura. Allí nos esperaba un autocar que más tarde se llenaría de sentimiento y pasión. Sobre las 7:25 de la mañana aparecían los hermanos Martínez acompañados por una gran persona, su cuñado Jose, al que el fútbol en su vida está en un plano menos importante. Tras el desplazamiento, vio lo grande que puede llegar a ser tal deporte. No fueron ellos los últimos en llegar al punto de partida, fue Raúl quien ganaría el premio a la no puntualidad, seguramente víctima del nerviosismo por tan grande cita.
Antes de partir, y mientras esperábamos a nuestro compañero rezagado, amenizamos el tiempo haciendo “selfies” a mano de Isi (un maestro en este tipo de ceremonias). Él abrió la veda de esa galería a la que el resto de socios nos unimos. Una galería que quedara para la posterioridad y con la cual podremos deleitar nuestras retinas y las de aquellos que por diversos temas no pudieron acompañarnos en esta aventura mediterránea. Como no podía ser de otro modo, no podían faltar los comentarios y anécdotas del gran artista "Sir de Triana": Paquito. Grande por muchas cosas y artista porque tiene ese don de hacerte reír antes de empezar a hablar.
Cerca de las 7:47 tomamos asiento y partimos rumbo a Villarreal, autobús comandado por Jaime "El Señor de Rojo", que comandaría la expedición junto a Isi. Tendríamos por delante cerca de cinco horas de viaje. Bien aprovechadas, pues fue en ellas donde "Sir de Triana" empezó a regarnos los oídos con algunas de sus historias. También escuchamos las primeras palabras micro en mano de la cultura oriental mezclada con el fútbol occidental de forma personificada. Para el recuerdo la presentación de nuestro amigo sevillista internacional Santiago: Ziqhin Zhen.
Con todo esto, algún que otro bostezo y alguna que otra cabezadita, nos plantábamos a mitad de camino en una parada obligatoria para reponer fuerzas. La casualidad quiso que nos cruzásemos con un autobús de seguidores del Real Madrid que viajaban desde Valencia para presenciar el primer partido de la jornada del sábado. Como no, esta parada además sirvió para hacer la foto oficial del momento con la pancarta de nuestra peña, no pasando desapercibida por las personas que en dicho lugar se encontraban.
Después de calmar los estómagos, volvimos a tomar asiento para continuar devorando kilómetros con un único fin, el de apoyar a nuestro Sevilla y disfrutar de lo que nos esperaba en un lugar de Castellón. Por fin llegamos a Villarreal, ansiado momento en el que nos sentimos engañados por aquellos que estudian la meteorología, esos que decían que el sol brillaría hasta las tantas de la tarde, no siendo así pues dicho pueblo nos recibió con una fina lluvia que jamás empañaría nuestro desplazamiento.
Con todo esto, algún que otro bostezo y alguna que otra cabezadita, nos plantábamos a mitad de camino en una parada obligatoria para reponer fuerzas. La casualidad quiso que nos cruzásemos con un autobús de seguidores del Real Madrid que viajaban desde Valencia para presenciar el primer partido de la jornada del sábado. Como no, esta parada además sirvió para hacer la foto oficial del momento con la pancarta de nuestra peña, no pasando desapercibida por las personas que en dicho lugar se encontraban.
Después de calmar los estómagos, volvimos a tomar asiento para continuar devorando kilómetros con un único fin, el de apoyar a nuestro Sevilla y disfrutar de lo que nos esperaba en un lugar de Castellón. Por fin llegamos a Villarreal, ansiado momento en el que nos sentimos engañados por aquellos que estudian la meteorología, esos que decían que el sol brillaría hasta las tantas de la tarde, no siendo así pues dicho pueblo nos recibió con una fina lluvia que jamás empañaría nuestro desplazamiento.
Fue entonces cuando comenzamos a andar hasta llegar a un bar llamado "el deportivo". Allí es donde empezamos a darnos cuenta de la amabilidad de la gente y allí algunos empezarnos a tomar cerveza: ese líquido de color dorado y elaborado con cebada que, a posteriori, a alguno pasaría factura en forma de sollozo o risas.
Cayeron las rondas y tras un paseo de diez minutos, por fin llegamos a nuestro destino donde en la misma puerta nos esperaban dos enormes paelleras a manos de "El Chef". Todos sus ingredientes estaban en su punto de cocción en un buen fumet que aromatizaba el ambiente a falta de echar su producto estrella, el arroz. Es en este mismo momento es cuando tuve el privilegio de conocer al presidente de la peña "Celtic submarí": Ernesto Boixader.
Orquestados por Ernesto, entramos al local. Todos hablábamos entre sí. Uno de ellos, Javier. El menor de los Martinez le coaccionó para cambiarle en continente de plastico por el de cristal....que grande Javier por su honestidad y hacerle el cambio y que grande David por su gran don de liar a la gente. Después de todo ello es cuando traspasé la puerta y pude ver lo que todos contemplamos. Cada paso que daba adentrándome en esa enorme peña, más me sorprendía. Una espectacular ambientación vinculada entre el equipo castellonense y el escoces. No faltaba ningún tipo de detalle, hasta un futbolín al final del local había, el cual fue utilizado por todos los peñistas. En mi caso, yo con Juan, mi pareja de baile en la vuelta, perdimos contra un niño. Todo hay que decirlo.
Eran sorprendentes los vinilos que arropaban sus paredes y que fueron destellados por los flashes de los móviles y cámaras una vez tras otra. IMPRESIONANTES. Después de las instantáneas, que nunca cesaron, empezamos a seguir disfrutando tomando consumiciones a lo largo de su enorme barra y dispersados por todo el local compartiendo momentos dialécticos con distintos socios de la peña rival pero amiga. Quitando la máscara de la timidez nos arrancamos a cantar nuestro himno del Centerario, al que al son seguimos el resto de los peñistas con la colaboración de alguna garganta amarilla. Desde entonces, ya fue un no para de cánticos sevillistas con destellos de agradecimiento al grito de "Villarreal, Villarreal" para sus componentes allí presentes.
Entre cántico y cántico llegó el momento de saborear la magnífica paella elaborada por el chef. El mandil que llevaba no le faltaba ningún detalle pues tenía bordado el escudo del el club de sus amores. Paella que fue acompañada por unas aceitunas bien alineadas y patatas fritas a la vez cerveza, vino tinto y blanco, refrescos y agua en modo barra libre. Sin palabras una vez más, no solo por el lugar sino también por la organización y el trato.
Tras tomar el postre, arribó el momento de cambiar el tercio. Poco a poco nos volvimos a dispersar por el local teniendo una gran afluencia la barra. Una vez más, aquellos que decidieron preparar el partido a base de licores, quedarian impresionados por el precio de ellos, 3€ la copa. No había excusa para aquellos que les gustaba disfrutar de la mezcla de etileno en sangre. Todos los factores indicaban que sería un gran día.
Todavía nos quedaban dos horas por delante para disfrutar de esas maravillosas personas pertenecientes a la "Celtic Submari" que fueron las que hicieron que por capricho de la meteorología, un día otoñal lluvioso se convirtiese en uno de los días más soleado metafóricamente hablando.
Despues de mantener conversaciones con varios peñistas, fui a parar con un matrimonio escocés y, según hablábamos, la casualidad auguró que algo tuviésemos que ver en nuestro pasado. Ella tenía en Guardamar del segura una cervecería ambientada del Celtic de Glasgow a la que yo voy a tomar cervezas cuando veraneo allí que son todos los años. En el próximo obligatoriamente tendré que pasarme si o si y, como no, esta vez la cerveza ira acompañada de reportaje fotográfico.
Poco a poco se iba acercando la hora del partido, con ganas de que llegase el momento pero, contradictoriamente, sin ganas de irnos de la peña "Celtic Submari". Una vez llegado el momento partimos hacia el estadio en varios grupos. El alcohol hacía mella en algunos sevillistas y provocaba que alguno se rezagase e incluso se perdiese como es el caso del menor de los Martinez. Un servidor, "Fernandisco", acompañado de su cuñado y David no pudieron disfrutar del trayecto al campo, aparte el resto de peñistas nos tuvieron que esperar para la entrada conjunta a El Madrigal. Todo fue por una buena causa. Encontramos al que más tarde sería el conductor suplente de nuestro autocar. Momentazo para la posteridad.
Cayeron las rondas y tras un paseo de diez minutos, por fin llegamos a nuestro destino donde en la misma puerta nos esperaban dos enormes paelleras a manos de "El Chef". Todos sus ingredientes estaban en su punto de cocción en un buen fumet que aromatizaba el ambiente a falta de echar su producto estrella, el arroz. Es en este mismo momento es cuando tuve el privilegio de conocer al presidente de la peña "Celtic submarí": Ernesto Boixader.
Orquestados por Ernesto, entramos al local. Todos hablábamos entre sí. Uno de ellos, Javier. El menor de los Martinez le coaccionó para cambiarle en continente de plastico por el de cristal....que grande Javier por su honestidad y hacerle el cambio y que grande David por su gran don de liar a la gente. Después de todo ello es cuando traspasé la puerta y pude ver lo que todos contemplamos. Cada paso que daba adentrándome en esa enorme peña, más me sorprendía. Una espectacular ambientación vinculada entre el equipo castellonense y el escoces. No faltaba ningún tipo de detalle, hasta un futbolín al final del local había, el cual fue utilizado por todos los peñistas. En mi caso, yo con Juan, mi pareja de baile en la vuelta, perdimos contra un niño. Todo hay que decirlo.
Eran sorprendentes los vinilos que arropaban sus paredes y que fueron destellados por los flashes de los móviles y cámaras una vez tras otra. IMPRESIONANTES. Después de las instantáneas, que nunca cesaron, empezamos a seguir disfrutando tomando consumiciones a lo largo de su enorme barra y dispersados por todo el local compartiendo momentos dialécticos con distintos socios de la peña rival pero amiga. Quitando la máscara de la timidez nos arrancamos a cantar nuestro himno del Centerario, al que al son seguimos el resto de los peñistas con la colaboración de alguna garganta amarilla. Desde entonces, ya fue un no para de cánticos sevillistas con destellos de agradecimiento al grito de "Villarreal, Villarreal" para sus componentes allí presentes.
Entre cántico y cántico llegó el momento de saborear la magnífica paella elaborada por el chef. El mandil que llevaba no le faltaba ningún detalle pues tenía bordado el escudo del el club de sus amores. Paella que fue acompañada por unas aceitunas bien alineadas y patatas fritas a la vez cerveza, vino tinto y blanco, refrescos y agua en modo barra libre. Sin palabras una vez más, no solo por el lugar sino también por la organización y el trato.
Tras tomar el postre, arribó el momento de cambiar el tercio. Poco a poco nos volvimos a dispersar por el local teniendo una gran afluencia la barra. Una vez más, aquellos que decidieron preparar el partido a base de licores, quedarian impresionados por el precio de ellos, 3€ la copa. No había excusa para aquellos que les gustaba disfrutar de la mezcla de etileno en sangre. Todos los factores indicaban que sería un gran día.
Todavía nos quedaban dos horas por delante para disfrutar de esas maravillosas personas pertenecientes a la "Celtic Submari" que fueron las que hicieron que por capricho de la meteorología, un día otoñal lluvioso se convirtiese en uno de los días más soleado metafóricamente hablando.
Despues de mantener conversaciones con varios peñistas, fui a parar con un matrimonio escocés y, según hablábamos, la casualidad auguró que algo tuviésemos que ver en nuestro pasado. Ella tenía en Guardamar del segura una cervecería ambientada del Celtic de Glasgow a la que yo voy a tomar cervezas cuando veraneo allí que son todos los años. En el próximo obligatoriamente tendré que pasarme si o si y, como no, esta vez la cerveza ira acompañada de reportaje fotográfico.
Poco a poco se iba acercando la hora del partido, con ganas de que llegase el momento pero, contradictoriamente, sin ganas de irnos de la peña "Celtic Submari". Una vez llegado el momento partimos hacia el estadio en varios grupos. El alcohol hacía mella en algunos sevillistas y provocaba que alguno se rezagase e incluso se perdiese como es el caso del menor de los Martinez. Un servidor, "Fernandisco", acompañado de su cuñado y David no pudieron disfrutar del trayecto al campo, aparte el resto de peñistas nos tuvieron que esperar para la entrada conjunta a El Madrigal. Todo fue por una buena causa. Encontramos al que más tarde sería el conductor suplente de nuestro autocar. Momentazo para la posteridad.
En la entrada al campo nos aguardaban ese magnífico grupo de personas formado por los peñistas de "Sevillismo en Madrid". Comenzamos a entrar tras un minucioso cacheo en el que hubo sus más y sus menos. Entendiendo que son necesarios para nuestra propia seguridad, comenzamos a subir la escalinata que nos llevaría a nuestro lugar en la grada, por llamarlo de alguna manera. Nuestros guerreros no serían capaces de vencer en un feudo en el que se contaban practicamente por victorias nervionenses las visitas.
Fue la única mancha negra del día. No la derrota en sí de nuestro Sevilla si no la ubicación en el estadio. Un recinto indigno para ver fútbol. Lugar claustrofóbico a pesar de sus dimensiones. Lugar donde se prohibía la libertad de expresión. Lugar donde no tienes el derecho de animar a tu equipo. Lugar donde te toman los datos por unas pegatinas. Tenías que hacer malabares para ver el partido debido a esas tremendas juntas de metal que sirven como sujeción de monstruosas mampara de cristal. Esas que nos separaban del olor a fútbol. Aun así, nada pudo con nuestro afán de animar a pesar de ir perdiendo durante todo el encuentro.
Tras finalizar el encuentro, poco podíamos decir. En el campo no estuvo ese equipo de los últimos partidos y volvió el de las primeras jornadas. Dimos un paso atrás futbolísticamente hablado y salimos decepcionados. Pero ni eso ni como anteriormente dije, la ubicación en El Madrigal, mancharían el gran día que nos hicieron pasar nuestro ya amigos peñistas de la “Celtic Submarí” y los habitantes de su pueblo. Tampoco afectaría para lo que vendría a continuación.
Ya abandonado el campo nos dirigimos de nuevo al bar que nos abría las puertas al mediodía para seguir celebrando el desplazamiento. Seria allí donde me confesaría uno de los camareros entrado en años, cerca de los 60, que era hijo de madre sevillista y padre bético. Increíble pero cierto, 40 años trabajando al lado del campo del Madrigal.
Se acercaba la hora de partir hacia Madrid, pero no podíamos irnos sin tocar un bar de copas de la localidad castellonense. Escenario donde yo pude intimar más con Danko. Gran persona. Otros dedicaron el tiempo a jugar a las parejas....menos mal que estaba en el lugar D. Jaime para aclarar el significado del estado civil Casado, que tiene poco que ver con el de Soltero. Muy grande. Mientras tanto, otros componentes de la peña, con mayor inteligencia, fueron a comer algo. Fue lo más lógico.
A pesar de que algunos no querían coger el billete de vuelta, llegó la hora de retornar hacia la Capital del reino. De nuevo, momentazos en el autocar y en las paradas reglamentarias. En este trayecto pudimos ver a los hermanos Martínez en acción contando historias de dos rombos para los más mayores o historias X para los más jóvenes de la peña. Cánticos y anécdotas de peñistas aparte, pudimos escuchar roncar a Juan, mi compañero de asiento en el autobús. También pudimos ver bailar en una de las paradas al conductor suplente, el señor David Martínez. Que gran momento.
Por fin, tras un largo día, nos plantamos en Madrid. Serían cerca de las 4:20 de la madrugada. El cansancio hacia mella pues eran casi 24 horas sin parar. Tocó despedida. Cada uno se llevó a su casa lo allí vivido, algo que estoy seguro ninguno de nosotros olvidaremos, seguro que no.
Fue la única mancha negra del día. No la derrota en sí de nuestro Sevilla si no la ubicación en el estadio. Un recinto indigno para ver fútbol. Lugar claustrofóbico a pesar de sus dimensiones. Lugar donde se prohibía la libertad de expresión. Lugar donde no tienes el derecho de animar a tu equipo. Lugar donde te toman los datos por unas pegatinas. Tenías que hacer malabares para ver el partido debido a esas tremendas juntas de metal que sirven como sujeción de monstruosas mampara de cristal. Esas que nos separaban del olor a fútbol. Aun así, nada pudo con nuestro afán de animar a pesar de ir perdiendo durante todo el encuentro.
Tras finalizar el encuentro, poco podíamos decir. En el campo no estuvo ese equipo de los últimos partidos y volvió el de las primeras jornadas. Dimos un paso atrás futbolísticamente hablado y salimos decepcionados. Pero ni eso ni como anteriormente dije, la ubicación en El Madrigal, mancharían el gran día que nos hicieron pasar nuestro ya amigos peñistas de la “Celtic Submarí” y los habitantes de su pueblo. Tampoco afectaría para lo que vendría a continuación.
Ya abandonado el campo nos dirigimos de nuevo al bar que nos abría las puertas al mediodía para seguir celebrando el desplazamiento. Seria allí donde me confesaría uno de los camareros entrado en años, cerca de los 60, que era hijo de madre sevillista y padre bético. Increíble pero cierto, 40 años trabajando al lado del campo del Madrigal.
Se acercaba la hora de partir hacia Madrid, pero no podíamos irnos sin tocar un bar de copas de la localidad castellonense. Escenario donde yo pude intimar más con Danko. Gran persona. Otros dedicaron el tiempo a jugar a las parejas....menos mal que estaba en el lugar D. Jaime para aclarar el significado del estado civil Casado, que tiene poco que ver con el de Soltero. Muy grande. Mientras tanto, otros componentes de la peña, con mayor inteligencia, fueron a comer algo. Fue lo más lógico.
A pesar de que algunos no querían coger el billete de vuelta, llegó la hora de retornar hacia la Capital del reino. De nuevo, momentazos en el autocar y en las paradas reglamentarias. En este trayecto pudimos ver a los hermanos Martínez en acción contando historias de dos rombos para los más mayores o historias X para los más jóvenes de la peña. Cánticos y anécdotas de peñistas aparte, pudimos escuchar roncar a Juan, mi compañero de asiento en el autobús. También pudimos ver bailar en una de las paradas al conductor suplente, el señor David Martínez. Que gran momento.
Por fin, tras un largo día, nos plantamos en Madrid. Serían cerca de las 4:20 de la madrugada. El cansancio hacia mella pues eran casi 24 horas sin parar. Tocó despedida. Cada uno se llevó a su casa lo allí vivido, algo que estoy seguro ninguno de nosotros olvidaremos, seguro que no.
Como colofón final, destacar la acogedora respuesta de la peña "Celtic Submarí" y sus gentes. Me quedé conmocionado por su humanidad colaborando en la investigación contra el cáncer infantil. Este viaje tiene que ser el primero de muchos, pues me ha dado la posibilidad de conocer un poco más a estas maravillosas personas que componemos la peña. Esto es el verdadero futbol, esto es Sevillismo en Madrid.
Fernando Martínez
Peñista de “Sevillismo en Madrid”
Peñista de “Sevillismo en Madrid”